sábado, 25 de julio de 2009

Tíbet

Uno de los aspectos que probablemente más nos atrae (tal vez aquí el narrador debería pasar a primera persona) a la hora de viajar es romper radicalmente con la realidad a la que estamos acostumbrados.

Si bien el planteamiento inicial era el acercamiento a la cultura tibetana mediante la visita a la región autónoma, la situación política que desde 2008 vive la misma nos hizo reconsiderar este (mi) primer destino.

De todos es conocido el incremento en el grado de represión que viven sus gentes al calor de los tan manidos JJOO celebrados el pasado año y que, lejos de constituir un elemento aislado en la política de la república popular, parece conformar el modus operandi del gobierno de Hu Jintao si atendemos a los acontecimientos acaecidos en fechas recientes en Xinjiang.

Sin querer entrar en profundidad en la cuestión, parece un hecho objetivo el reconocer una estrategia común de colonización - apoyada la aplicación de políticas de asimilación y disolución de la identidad - la llevada a cabo en ambas regiones mediante el continuo flujo de migraciones
Han.

Desgraciadamente, la reacción de la comunidad internacional dista mucho de ser original. Lejos de ello, el corolario no deja de ser una revisión del castizo "no muerdas la mano que te da de comer". Mientras China siga adquiriendo deuda pública y suponga un mercado tan apetitoso, mirará hacia otro lado a la vez que extenderá la mano para recoger su parte del botín.


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