viernes, 24 de septiembre de 2010

Imogen Heap

La historia de cómo descubrí esta maravilla para los sentidos es kafkiana, en la que se entremezclan una tarde de domingo, una actuación de danza, una siesta robada y un despertar. Más bien uno de esos en los que sientes que eres la única persona en el mundo, el único afortunado al que colma un sentimiento de eudaimonia, el único invitado a una la función del teatro de los sueños, de la naturaleza y la vida.

Así, rodeado en mi soledad, fue como descubrí una música, que directa del espinazo a la ultima de mis terminaciones nerviosas, había culminado en una gota brotando de un lagrimal, deslizándose descarada para mi sonrojo, y que un bostezo inocente no hizo más que tratar de disimular.

De vuelta a la realidad -ya finalizada la actuación-, uno descuida fácilmente sentimientos y vivencias, y se diluye en el día a día, día tras día. Y como no podía ser de otra manera, ese instante cayó en el olvido...

Por suerte, en ocasiones, el devenir depara sorpresas, y en una de esas casualidades alguien me pidió que escuchara una canción. El final de la historia es esta recomendación de una música alucinante.




Gracias Ana por recordarmela!!

1 comentario:

  1. A tí por compartir y apreciar la belleza de una de las pequeñas e inapreciables maravillas de la vida! :) :) :)

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