La historia de cómo descubrí esta maravilla para los sentidos es kafkiana, en la que se entremezclan una tarde de domingo, una actuación de danza, una siesta robada y un despertar. Más bien uno de esos en los que sientes que eres la única persona en el mundo, el único afortunado al que colma un sentimiento de eudaimonia, el único invitado a una la función del teatro de los sueños, de la naturaleza y la vida.
Así, rodeado en mi soledad, fue como descubrí una música, que directa del espinazo a la ultima de mis terminaciones nerviosas, había culminado en una gota brotando de un lagrimal, deslizándose descarada para mi sonrojo, y que un bostezo inocente no hizo más que tratar de disimular.
De vuelta a la realidad -ya finalizada la actuación-, uno descuida fácilmente sentimientos y vivencias, y se diluye en el día a día, día tras día. Y como no podía ser de otra manera, ese instante cayó en el olvido...
Por suerte, en ocasiones, el devenir depara sorpresas, y en una de esas casualidades alguien me pidió que escuchara una canción. El final de la historia es esta recomendación de una música alucinante.
Gracias Ana por recordarmela!!
A tí por compartir y apreciar la belleza de una de las pequeñas e inapreciables maravillas de la vida! :) :) :)
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