Leo en Público que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha ratificado la resolución de la Delegación del Gobierno por la que se prohíbe la denominada "procesión atea" prevista para el Jueves Santo en Madrid argumentando que coincidiría con las procesiones tradicionales y que había unanimidad entre las instituciones en pedir su desautorización.
Según Esperanza Aguirre, la prohibición de la manifestación se fundamenta en el hecho de que constituye una ofensa a los católicos madrileños. Por su parte, el Ayuntamiento de la capital "no va a autorizar en ningún caso ninguna burla dirigida a la fe y las convicciones de los ciudadanos, ya sean católicos o de cualquier otra confesión".
Más allá de que me parezca mejor o peor elegida la fecha para la celebración de la manifestación (pues quiero entender que lo que pretenden los promotores es captar atención más que provocar), no deja de constituir una coerción más a la libertad de expresión e incluso de credo (por ausencia).
Y si traen a colación la posibilidad de herir sensibilidades o atacar las convicciones de los ciudadanos, cualquier no católico puede sentirse violentado al asistir al desfile de toda una serie penitentes flagelándose por las calles. Desde luego a mí no me parece nada agradable ni edificante.
Fe: la principal causa de muerte y destrucción de la humanidad desde Horus y Seth
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