Acabamos de vivir unas semanas llenas sobresaltos y de comprobar cómo países enteros se han visto chantajeados y vilipendiados por el mercado. Para aquellos valientes a los que aún les quede algo de interés por racionalizar y entender (si acaso es posible acercarse a este noúmeno Kantiano) cómo es posible que suceda lo que sucede, tal vez este gráfico del N.Y.Times les pueda ser de utilidad. En el se recogen las interdependencias entre los paises Europeos que más fuertemente han padecido las sinvergonzonerías de los especuladores.
Después de estos y otros recientes acontecimientos, debo reconocer que finalmente claudico en mi agnosticismo. Desgraciadamente, no puedo negar que he tomado consciencia de la existencia de un ser supremo, y de que ésta queda fuera de toda duda.
El Dios mercado se revela como un ente verdaderamente todopoderoso. Nadie parece saber muy bien su composición, ni cuales son las normas que rigen su comportamiento y aún menos sus designios.
Dotado del don de la ubicuidad se extiende de parte a parte del mundo, siendo su furia particularmente devastadora en grandes urbes: Tokio, Londres, Frankfurt, Nueva York, París, Madrid... andan purgando pecados y realizando sacrificios para intentar ganarse su perdón, descartada la posibilidad de obtener su gracia, pues se revela siempre inmisericorde.
Atrás quedan pues los años de incertidumbres teístas. Tal vez más de uno añore aquellos dioses tradicionales -que no quedan sino en segundo plano ante Mercado- que ahora se revelan humanos despojados de su omnipotencia, envidiosos del ser al que musulmanes, induístas, maohístas y cristianos rinden pleitesía.
Alguien dijo una vez: "Existe una cosa que ni tan sólo Dios es capaz de conseguir: gustar a todo el mundo. " No creo que a nadie le guste Mercado. Lo que está fuera de toda duda es que su influencia y su poder se extienden por doquier.
P.D: Al hilo, recomiendo la visión del revelador documental "The Corpartion".
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